SÃO PAULO.- El 15 de agosto es una fecha muy especial para los Heraldos del Evangelio, por la fuerte devoción mariana, siendo día de la Asunción de María Santísima a los cielos, y por conmemorar un año más de vida del Fundador, Mons. João S. Clá Dias EP. Para esa ocasión fue celebrada una Solemne Misa en la Iglesia Nuestra Señora del Rosario, ubicada en el Seminario Menor de los Heraldos del Evangelio “Thabor”, celebrada por Su Eminencia Reverendísima Franc Cardenal Rode, Prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, el cual viajó desde Roma para en esta fecha conmemorar la Aprobación Pontificia de las Sociedades de Vida Apostólica Virgo Flos Carmeli y Regina Virginum, aprobadas en abril de este año por su Santidad el Papa Benedicto XVI, y también para conmemorar el cumpleaños del Mons. João, también Fundador de estas sociedades.
Al final de la Misa, el Mons. João Clá fue sorprendido por el Cardenal Rode, cuando este último le dio como regalo de cumpleaños, una medalla enviada directamente por el Papa Benedicto XVI, la medalla “Pro Ecclesia et Pontifice”, la cual fue creada por el Papa Leon XIII en el siglo XIX para honrar a ciertos sacerdotes y laicos que se han destacado a lo largo de su vida como personas que han servido especialmente a la Iglesia Católica y al Sumo Pontifice.
En el momento de la entrega de la medalla, Su Eminencia Reverendísima Franc Cardenal Rode, elogió la obra de los Heraldos del Evangelio, y destacó la acción evangelizadora de estos sobretodo en el ambito de la grandeza y la belleza, partes fundamentales del carisma de los heraldos.
Después de entregada la medalla, el Mons. João Clá agradeció enormemente al Cardenal Rode por el regalo, y manifestó su gran amor a la Catedra de Pedro haciendo suyas las palabras de un gran líder católico del siglo XX, el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira, de quien Mons. João fue secretario personal hasta el final de su vida: “todo cuando en la Iglesia hay de santidad, de autoridad, de virtud sobrenatural, todo esto, pero absolutamente sin expepción, ni condición, ni restricción, esta subordinado, condicionado, dependiente de la unión a la Cátedra de San Pedro”.