MATERNIDAD DIVINA, ESENCIA DE LA DEVOCIÓN MARIAL

Plinio Correa de Oliveira

Extraído de conferencia del 14/08/1965

Por ser el hombre compuesto de espíritu y materia, todo el cosmos se dignifica por el hecho de haber sido hecha la unión hipostática con la naturaleza humana.

Así se establece una jerarquía admirable, toda sembrada de contrafuertes: por encima de todo Dios, infinito, incomparable a cualquier criatura; en seguida, Nuestro Señor Jesucristo, después de quien se constituiría naturalmente un abismo si no fuese colocada una criatura humana, auge de todo cuanto puede ser la mera Creación: María Santísima, su Madre.

La Virgen y el Niño Museo de Bellas Artes, Bilbao, España.

Ella es el espejo más perfecto de Dios que pueda ser una simple creatura. Nuestra Señora es la Reina de los Ángeles, de los hombres, del Cielo y de la Tierra, revestida de todos los otros títulos, cualidades y gracias – incluso la mediación universal – por el hecho de ser Madre de Dios. La Maternidad de María, e algún modo, es la propia raíz y esencia de la devoción marial.