UNA DEVOCIÓN DE LUCHA

Revista Dr. Plinio en español – No. 41 – septiembre 2021    –
El Rosario otorga a la meditación de la vida de Nuestro Señor la nota mariana por excelencia, teniendo por detrás la verdad de Fe que debemos anhelar, desde el fondo de nuestra alma, se convierta en dogma: la Mediación Universal de María.

Dada la grandeza de la fiesta del Santo Rosario, es importante decir una palabra sobre esta devoción que consiste en la meditación de los misterios gozosos, dolorosos y gloriosos de la vida de Nuestro Señor Jesucristo hecha en el Rosario, cada parte con cinco misterios.

La persona verdaderamente piadosa reza al menos una parte del Rosario al día.

Ciertamente es magnífico meditar en los misterios de la vida de Nuestro Señor. Además, los misterios allí señalados, en aquel elenco, aunque no sean los únicos, están muy bien concatenados y expuestos, y podemos percibir fácilmente el provecho que las almas obtienen con esta meditación.

Sin embargo, debemos reconocer que existen en la Iglesia otros métodos de meditación sobre los misterios de la vida de Nuestro Señor. Tenemos, por ejemplo, la meditación hecha de acuerdo con los Ejercicios Espirituales de San Ignacio. Esta técnica ignaciana se puede aplicar a cada uno de los misterios del Rosario. Hay otra devoción que medita magníficamente los misterios dolorosos: el Vía Crucis.

– Nuestra Señora del Rosario – Monasterio de San Pelayo de Antealtares,
Santiago de Compostela, España –

Por lo tanto, aunque el Rosario sea una devoción muy importante, considerado en su última coherencia no es más que otra presentación de estilo de meditación y acto de piedad que la Santa Iglesia, en su empeño maternal, multiplica de diversas maneras.

Y debido a esto, la siguiente pregunta no tiene una explicación muy clara: ¿Por qué todos los enemigos de la Iglesia odian tanto el Rosario? Lo odian y lo combaten más que todas las devociones similares. ¿Por qué también, por otro lado, el Rosario es objeto de una especial predilección de los verdaderos hijos de Nuestra Señora y de la Iglesia, de modo que tengan un gran aprecio, no sólo al método, sino a algunos imponderables vinculados al mismo objeto de piedad utilizado continuamente como una especie de garantía de bendición, de favor de Nuestra Señora, al punto de que, por ejemplo, no se concibe una persona verdaderamente piadosa que no lleve siempre consigo su rosario y que no rece al menos una tercera parte al día? Y no se concibe un miembro de nuestro Movimiento que no rece el Santo Rosario, es decir, las tres terceras partes todos los días; o que, al no poder rezarlo por justas razones, no tenga por causa de esto un gran dolor y una viva esperanza de retornar a rezar el Rosario.

Una de las bellezas de la Iglesia Católica.

Hay muchas órdenes religiosas que utilizan el Rosario como un elemento integral de su hábito. Está extendida la costumbre de enterrar los difuntos con un rosario entrelazado en las manos. Quiere decir, para esperar la resurrección de los muertos, el verdadero católico no se contenta con ir a la tumba con un crucifijo, sino ir también con el Santo Rosario. Son sin número las indulgencias con las que los Papas cubrieron el Rosario. La invocación de Nuestra Señora del Rosario es muy generalizada: catedrales, diócesis, familias religiosas, personas que utilizan el nombre de “Rosario” en varias naciones.

Por todos lados el Rosario goza de una influencia, una aceptación por parte de los buenos, sólo comparable al odio que experimenta por parte de los malos. Son varios los hechos que narran cómo el demonio, buscando atormentar a esta o aquella alma, retrocede cuando la persona atormentada lo enfrenta con el Rosario. Todo aquel que tiene un mal espíritu odia el Rosario, lo subestima o lo combate directamente. Por ejemplo, los jansenistas lo odiaban, los protestantes lo odian.

Entonces nos podríamos preguntar la razón de esta gloria especial del Rosario para la que, después de todo, no encontramos un fundamento al analizar a fondo esencia del Rosario, que es la meditación sobre los misterios de la vida y la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo.

Me parece que, desde el principio, debemos reconocer que esta es una de las bellezas de la Iglesia Católica. Siendo que es extraordinariamente precisa en su pensamiento teológico, y sin embargo, está lleno de imponderables, que en algunos aspectos, constituyen el jugo de la devoción.

Mediación Universal de María Santísima.

Tomemos como ejemplo la admirable devoción del Vía Crucis. En ella se encuentra algo de la ternura de San Francisco de Asís, y sus imponderables invitan a una meditación enternecida, conmovida de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo y de su sagrada muerte, de una manera especial. Hay un espíritu que fluctúa alrededor del Vía Crucis que constituye quizás lo mejor de su eficacia. Es una gracia específica vinculada con esta forma de devoción.

Los Ejercicios Espirituales de San Ignacio son también una forma no exactamente de devoción, sino de meditación que trae consigo una gracia especial de lógica, energía, honestidad de conciencia y generosidad al poner a los fieles ante los problemas relacionados con su salvación eterna.

En el Rosario, la gran fuente de inspiración de nuestra meditación y el objetivo inmediato de nuestra oración es la Santísima Virgen. En mi opinión, es debido a este enfoque tan especial de Nuestra Señora que el Rosario constituye la devoción mariana por excelencia, teniendo por detrás la gran verdad de Fe, que debemos anhelar desde el fondo de nuestra alma que se convierta en un dogma: la Mediación Universal de María.

El sistema de rezar el Rosario apelando a Nuestra Señora en todo, rezando Avemarías mientras se considera algún episodio; ahora relacionando la oración con el acontecimiento, ahora concentrando la atención principal en el misterio, ahora en el Avemaría, en todo caso, siempre en una unión continua con Nuestra Señora; este es el carácter mariano que, en mi opinión, constituye el jugo del Rosario, porque esta devoción no tendría sentido si la Mediación Universal de María no fuera verdadera.

Debido a que representa un preludio de toda la teología de San Luis María Grignion de Montfort, de la verdad de Fe relativa a la Mediación Universal, el Rosario es tan odiado por el demonio. Y es por este imponderable que debemos aferrarnos mucho al Rosario.

En suma, debido a la nota mariana que el Rosario da a la meditación sobre la vida de Nuestro Señor, es una señal de la predilección de la Virgen el hecho de que alguien tenga una devoción especial al Santo Rosario. También es una señal de que Ella ama a alguien el hecho de que, a través del Rosario, lleve su alma a amar una posición que solo se justifica frente a la Mediación Universal. Por lo tanto, el Rosario es el verdadero símbolo de la devoción del fiel a Nuestra Señora, de aquel que quiere pertenecer a Ella plenamente.

Que Nuestra Señora nos haga luchadores enteramente de ella.

Esto se confirma por el odio del demonio y de los malos a esta devoción. A veces son más perspicaces que los buenos; y cuando odian mucho algo, podemos estar seguros de que eso es realmente bueno.

La razón por la que, al decorar nuestra sede principal, colocamos en la puerta de la capilla un Rosario pendiente de una espada, es para llamar la atención sobre dos verdades o dos pensamientos que deben marcar a quienes allí entran: en primer lugar, la fidelidad al Rosario y, a través de él, esta devoción omnímoda a Nuestra Señora, que es, al final de cuentas, la Mediación Universal. Después, la espada que nos recuerda al espíritu de lucha.

No es apenas por adorno que está allí, sino se colocó a propósito así, para llamar la atención de los que entran y marcar como prefacio, preparando una especie de golpe en la mentalidad del que entra, para adquirir el espíritu que se debe tener dentro de esa capilla. Este simbolismo es un estímulo continuo que queremos dar, para que se practique cada vez más la devoción al Santo Rosario.

Queda entonces, este pensamiento para recordar que el Rosario es una devoción de lucha y que vivimos en un tiempo de batallas. Por lo tanto, pidamos a Nuestra Señora que nos haga luchadores auténticos, enteramente de Ella. No conozco mejor pedido para ser hecho a través del Santo Rosario.

(Extraído de la conferencia de 6/10/1966)