Por Mons. Ramón Benito de la Rosa y Carpio-Arzobispo Metropolitano de Santiago de los Caballeros, República Dominicana
En el año 2008, en la Iglesia de República Dominicana fueron ordenados sacerdotes justamente 40 jóvenes dominicanos, pertenecientes a las diócesis, a las once diócesis del país y a diferentes congregaciones religiosas.
Ese es el promedio que ha tenido la Iglesia en República Dominicana en los últimos 20 años, ordenando entre 30 y 40 sacerdotes cada año. El número es ciertamente notable ya que hace 40 años no se ordenaban tantos sacerdotes, se ordenaban 3, 5, 6, el máximo.
Todo esto nos indica el crecimiento de las vocaciones sacerdotales en República Dominicana; de tal manera es así que la Iglesia necesita construir más habitaciones para poder recibir a los candidatos al sacerdocio y debe decirse, además, que la selección que se hace sea también muy estricta.
Se presentan decenas de jóvenes que quieren entrar al seminario cada año y de esos son escogidos un grupo. También nosotros hemos de afirmar que ese crecimiento indica todo una vitalidad, indica por dónde camina la Iglesia dominicana, y nunca olvidemos que un sacerdote recibe formación en muchas áreas, desde el punto de vista humano, para la acción pastoral, desde el punto de vista espiritual y también desde el punto de vista académico.
Baste decir que la formación académica de un sacerdote pide dos carreras universitarias: una en filosofía y otra en teología; toma mucho tiempo.
Por eso, cuando ordenamos a 40 sacerdotes, estamos ordenando no solamente a un ministro, sino a 40 jóvenes con dos carreras universitarias, cada uno de ellos.
Hasta mañana, si Dios,
usted y yo lo queremos.