El día 1 de noviembre del año 1950, el Papa Pio XII declaro dogma de la Iglesia que la Inmaculada Madre de Dios, Maria siempre Virgen, cuando su camino en la vida había llegado a su fin, fue llevada en cuerpo y alma a los cielos. Este es el dogma de la Asunción de la Virgen María.
Ambos Jesús y María pasaron la puerta de la muerte para el cielo. Por su camino, María fue crucificada con Jesús. Después de la Asención de Jesús, María se quedó pacientemente en la tierra, tanto cuanto era de la voluntad de Dios.
Desde su trono en el cielo, María nos auxilía, siempre nuestro refugio, nuestro consuelo, nuestra esperanza. Por medio de la Comunión de los Santos, de la cual ella es Reina, compartimos la alegría y la gloria de su Asunción.
Fuente: Lives of Saints. Catholic Book Publishing Company.